La recesión ha dado lugar al ‘consumidor rebelde’, un nuevo perfil de consumidor que amenaza con abandonar a las grandes marcas. Así lo ha detectado Mikroscopia 2015, la primera edición de un estudio de MyWord que se adentra hasta en el último recoveco de la vida del ciudadano y detecta 50 microtendencias y hábitos emergentes de vida, consumo y compra.
Según Mikroscopia, el 25% de los ciudadanos admite sentir rechazo por las grandes empresas y corporaciones a raíz de la crisis económica. La investigación revela que más de la mitad de los ciudadanos, el 54%, afirman haber descendido de clase social durante la recesión. Entre esta población empobrecida la aversión a las grandes corporaciones es mayor, alcanzando el 31%.
El perfil del ‘consumidor rebelde’ no es el de una persona ni subversiva, ni radical. Tampoco está necesariamente muy insatisfecho con los productos y servicios que proporcionan las empresas, sino con el rol social que estas desempeñan.
¿Cómo es el ‘consumidor rebelde’? algunos de los rasgos que definen este nuevo ‘consumidor rebelde’ son:
- El ‘consumidor rebelde’ ha modificado sus hábitos de consumo y compra por efecto de la crisis, asumiendo medidas de ahorro e incluso de ‘economía de guerra’. Así, el 32% de los ‘consumidores rebeldes’ han cambiado de supermercado en busca de precios más bajos, frente al 25% del resto de consumidores; y el 55% de este nuevo tipo de consumidor ha cambiado a marcas más baratas frente al 38% del resto de la muestra. La crisis ha vuelto más austero al 68% de ‘consumidores rebeldes’, cifra muy superior al 43% del resto de entrevistados. Además, entre los ‘consumidores rebeldes’ el 24% declara mezclar el jabón de lavavajillas con agua para alargar su uso, 10 puntos porcentuales más que el resto de la muestra.
- El ‘consumidor rebelde’ ha transformado su escala de valores. La crisis ha impactado en su manera de percibir la sociedad de consumo y le ha hecho asumir pautas de ahorro y actitudes más responsables: según recoge Mikroscopia, el 69% de los ‘consumidores rebeldes’ no tiran comida en su casa, 19 puntos porcentuales más que el resto de consumidores; y el 32% siente remordimientos por comprar, frente al 18% del resto de consumidores.
- Este nuevo tipo de consumidor es activo y no se resigna, sino que busca soluciones dentro de la propia sociedad. Por ello, el ‘consumidor rebelde’ se inclina más por prácticas de consumo alternativo y colaborativo, tales como el intercambio de bienes y servicios, los mercados de segunda mano, las compras colectivas, los grupos de consumo, o incluso la producción propia de aquello por lo que antes se pagaba. El 41% de las personas con este nuevo perfil de ‘consumidor rebelde’ recurre al mercado de segunda mano, frente al 27% del resto de consumidores; y un 43% produce por sí mismo productos que antes compraba, porcentaje muy superior al 27% del resto de la muestra. Además, este tipo de consumidor también opta mucho más por establecimientos y servicios éticamente responsables.
- El ‘rebelde’ se trata de un tipo de consumidor que es prescriptor digital y realiza críticas positivas o negativas por internet, propiciando el contagio de opiniones. El 37% de los consumidores rebeldes son prescriptores digitales frente al 32% del resto de la muestra. El entorno social cada vez más digitalizado ha hecho de este un consumidor muy exigente, bien informado y vigilante hacia cualquier mala práctica empresarial.
Como explica Belén Barreiro, directora de MyWord, “esta nueva ruptura entre consumidores y corporaciones es, en cierto sentido, similar a la que se está produciendo en la política entre los electores y los partidos tradicionales. Y, en ambos casos, en el mercado y en la política, la reacción del consumidor o ciudadano está siendo sorprendentemente parecida. La sociedad golpeada por la crisis no se resigna, sino que se ha vuelto más activa y cooperativa: busca soluciones por sí misma y dentro de la propia sociedad. El empobrecimiento, junto con la creciente desigualdad, está teniendo consecuencias de envergadura en la relación de los consumidores con las empresas y las instituciones financieras. Reconciliar al consumidor con el sistema económico es probablemente el reto más importante que las grandes corporaciones tienen ahora mismo por delante’.