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Los valores intangibles que nos dan la vida

Los valores intangibles que nos dan la vida
Martes, 19 de septiembre 2017

La pérdida de la confianza en nuestras instituciones públicas, líderes políticos y compañías privadas dificulta enormemente la superación de las cuatro crisis a las que se enfrenta España. Así lo vaticina David Redoli, sociólogo y ex presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP).

Cuenta el filósofo José Luis Pardo que cuando John Lennon tenía 17 años perdió a su madre, atropellada por un conductor ebrio. En ese momento, Paul McCartney, que había perdido a la suya con 14 años, tuvo la ocasión de mostrarle a su colega que la música, aunque no sirviera para vivir, sí podía servir para sobrevivir. Pues bien, esto mismo es lo que sucede con la confianza en cualquier democracia sana, pero a la inversa: no sirve solamente para sobrevivir, sino que es fundamental para vivir.

La confianza en aquellos que nos rodean es la que nos permite vivir sin sobresaltos, al reducir la ansiedad y el estrés que generan entornos de alta incertidumbre y de imprevisibilidad (propios de sociedades complejas). La confianza es, en definitiva, la tranquilidad que nos da el saber que cuando apretamos el interruptor, se enciende la luz.

Hoy casi todos los ciudadanos nos enteramos de lo que pasa a nuestro alrededor a través de la radio, de la prensa, de la televisión o a través de Internet. Por eso, todos nos movemos en un espacio cívico tan mediado como mediatizado, en el que los medios de comunicación son la correa de transmisión entre lo que hacen y deciden los poderes públicos y privados, y lo que sucede en el ámbito local o en la esfera internacional.

Lo que capas cada vez más amplias de la población perciben a través de esos medios (y también a través de las cada vez más omnipresentes e influyentes redes sociales) es que la política y los partidos políticos, entendidos y ejercidos como se hizo hasta el siglo XX, parecen no ser ya ni eficientes ni eficaces para solucionar nuestros problemas más acuciantes.

¿Qué sucede, entonces, cuando los ciudadanos no percibimos o no experimentamos una buena provisión de bienes y servicios públicos por parte del Estado, ni una gestión eficaz y eficiente por parte de sus administraciones públicas? En esencia, ocurre lo mismo que le sucedería a cualquier organización, empresa, producto o persona que no cumpla con las expectativas generadas por ella: pierde confianza, pierde fiabilidad, pierde prestigio, pierde reputación.

Pues bien, eso es, exactamente, lo que ha pasado con nuestro espacio público, o, más bien, con nuestros poderes públicos: han perdido confianza, han perdido fiabilidad, han perdido prestigio, han perdido reputación positiva. Cuestiones que pueden traer consigo consecuencias letales para cualquier democracia presuntamente consolidada, como lo que algunos llaman actualmente laposverdad(la posverdad no es ni más ni menos que el prefascismo). Lee Sobre la tiranía” (2017), de Timothy Snyder, y lo entenderás perfectamente.

En este contexto la confianza en las instituciones emerge como la intangible clave para renovar su credibilidad y, en consecuencia, su legitimidad de ejercicio (como proveedoras de libertades y de seguridades -físicas, jurídicas, económicas, ecológicas, sanitarias, energéticas, psicológicas, etc.).

Sin confianza en nuestras instituciones, en nuestros líderes y en nuestras empresas, sin confianza en nuestros conciudadanos, no habrá capital social. Y sin capital social no vendrá ninguno de los otros capitales (económico, demográfico, político, …) que tanto nos hacen falta para solucionar las cuatro crisis que enfrenta España.

Primera, una crisis política... (artículo completo en el número Especial 55 Aniversario de la edición impresa de la revista Ctrl ControlPublicidad).

David Redoli, sociólogo, ex presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP)


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