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Reciclar para cambiar el mundo

Lunes, 11 de julio 2011

Movilbank y Amnistía Internacional nos animan a “reutilizar nuestros viejos móviles” por una buena causa: la defensa de los derechos humanos

“Cumplir cincuenta años no es una buena noticia”. Así concluía su intervención Esteban Beltrán –director de Amnistía Internacional España- en el acto de presentación de los eventos conmemorativos del medio siglo de vida de la organización independiente que lucha por la defensa de los derechos humanos en el mundo. Y es que, si bien han sido muchos los logros, el simple hecho de seguir existiendo pone en evidencia el trabajo que aún queda por hacer: defender la libertad de expresión, abolir la pena de muerte en todo el mundo, garantizar la justicia internacional, acabar con la opresión en Oriente Medio y África del Norte, rendir cuentas a los impulsores de la “guerra contra el terror”, exigir responsabilidades a las empresas petroleras o luchar por los derechos reproductivos de las mujeres y las niñas, entre otros muchos retos. Una agenda apretada, difícil, comprometida y, la mayoría de las veces, incómoda a la hora de recaudar fondos para llevarla a la práctica.

 

 

 

Arantza Espinosa, responsable de captación de fondos de la Sección Española de Amnistía Internacional

 

 

 

“Amnistía Internacional no es una organización cómoda para trabajar con empresas. Por un lado, no podemos asignar fondos a un proyecto concreto si no está dentro de las prioridades de la organización y, por otro lado, transmitimos un mensaje de denuncia que va muy dirigido a cambiar legislaciones y el modo de actuar de determinados gobiernos. Es un mensaje duro al que no todas las empresas quieren asociarse”, nos explica Arantza Espinosa, responsable de captación de fondos de la Sección Española de Amnistía Internacional.  El trabajo de la organización con el sector privado, por tanto, es limitado: no tanto porque las empresas vulneren los derechos humanos, sino porque el sector al que pertenecen conlleve cierto riesgo de violación de los mismos. De hecho, Amnistía Internacional somete a un estudio ético a cada empresa con la que va a colaborar. Tarea cuando menos compleja, dada la dificultad de medir el verdadero alcance de la actividad de las compañías en materia de derechos humanos.

 

 

 

 

Movilbank -empresa dedicada a la recogida de teléfonos móviles para su posterior reutilización y reciclado- es una de las apenas diez compañías que colaboran con Amnistía Internacional en España. Ambas entidades han unido esfuerzos para poner en marcha una campaña que, bajo el claim “Reutiliza tu viejo móvil”, invita a los consumidores a donar el total o una parte del coste de sus terminales móviles a la organización pro-derechos humanos. Para hacerlo hay que entrar en la página web  www.movilbank.es/amnistiainternacional y descargarse una etiqueta prefranqueada para enviar el móvil gratuitamente al apartado de correos de Amnistía Internacional en España.

 

 

 

 

Con una vigencia indefinida, esta campaña cuenta con una creatividad desarrollada internamente en Amnistía Internacional con la colaboración del departamento de diseño de Movilbank. “La difusión se está realizando a través de nuestra web (www.es.amnesty.org/colabora/recicla-tu-movil, email marketing a nuestros socios y simpatizantes, y organización de eventos para la recogida de móviles por parte de nuestros voluntarios”, nos cuenta Arantza Espinosa, quien aprovecha para hacer hincapié en el componente ecológico de la campaña. Y es que el reciclaje de móviles, no sólo se hace en plantas especializadas dentro de la Unión Europea, sino que además supone una reducción de la demanda de componentes muy contaminantes como el coltán, un mineral que genera conflictos armados en países como la República Democrática del Congo. Además, los móviles recibidos que puedan ser reparados se venden, a precios de segunda mano, en países de África y Asia.

 

 

 

 

Con mil móviles recibidos hasta el momento, Amnistía Internacional augura resultados muy satisfactorios a una campaña que arrancó con la vocación de convertirse en un nuevo canal de financiación de la organización. “La recaudación va dirigida al fondo común de recursos para la lucha por la defensa de los derechos humanos”, explica de nuevo Arantza. “Con el fin de mantener su independencia, Amnistía Internacional no puede permitir la financiación de proyectos específicos fuera de sus prioridades. Nosotros somos quienes dictamos esas prioridades de trabajo, y no alguien externo.” Nos queda claro: nadie como la propia organización, avalada por su experiencia y el prestigio que un Premio Nobel otorga, para conocer a fondo las causas por las que merece la pena luchar.

 

 

 

 

Su independencia es uno de los valores más fuertes de Amnistía Internacional y también el causante lógico de su negativa a recibir subvenciones gubernamentales. Hacer lo contrario sería incoherente con los principios fundamentales de la organización: si su lucha a favor de los derechos humanos tiene objetivos con nombres y apellidos que apuntan a países, leyes y líderes políticos concretos, difícilmente podría ser objeto de ayuda por parte de los gobiernos. Desde luego hay que reconocer la valentía y el nivel de compromiso de las empresas que, como Movilbank, se suman a una lucha para destapar una verdad incómoda.


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