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Crece el "tanatoturismo": la atracción por la muerte y la tragedia

Crece el 'tanatoturismo': la atracción por la muerte y la tragedia
Miércoles, 03 de julio 2019

Prípiat, la tristemente conocida localidad rusa donde se ubica la planta nuclear de Chernóbil, se abrió a los turistas en 2011 y desde entonces el número de visitantes anuales no ha parado de crecer, al igual que su oferta turística. La polémica sobre la banalización de la tragedia y el sufrimiento está servida.

Excursión a Chernóbil, con tres noches en hotel de 4 estrellas y visita guiada, por 260 euros. Así se presenta la oferta de "tanoturismo" en un lugar donde se vivió una de las mayores tragedias de nuestra historia reciente. Y es que, desde la emisión de la serie de HBO "Chernobyl", la ciudad que vivió el peor accidente nuclear de la historia recibe un 48 % más de visitantes que el año anterior, según afirma Victor Korol, Director de SoloEast, una empresa que ofrece visitas turísticas por la zona. "Aunque viajar a lugares asociados con la muerte no es un fenómeno nuevo, el auge del turismo como un sector económico fundamental a escala mundial ha disparado el interés por este tipo de destinos", afirma Daniel Liviano, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

La prisión de Alcatraz, los campos de concentración de Mauthausen, la cueva Tham Luang, donde quedaron doce niños tailandeses atrapados, o zonas donde se han cometido genocidios como Ruanda se han convertido en lugares cada vez más frecuentes en el itinerario turístico internacional. "Este es un fenómeno extremadamente complejo y heterogéneo: las motivaciones de los turistas son muy diversas, como también los destinos y las actividades ofertadas", afirma Liviano.

Las motivaciones del tanatoturista

Desastres, sufrimiento, tragedias y muerte: ¿qué lleva a alguien a viajar a este tipo de lugares? "Aunque sabemos que la muerte es el final de todo, es la gran desconocida y nos sentimos fascinados; sabemos que vamos a morir, pero nadie cree en su propia muerte, y como individuos nos es muy difícil de imaginar», afirma Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Humanidades de la UOC. 

"Hay a quien le mueve una motivación moral o espiritual y adopta una actitud de peregrinación secular", explica Liviano. Una persona puede visitar el escenario de un genocidio para mostrar empatía con las víctimas, recordarlas y honrarlas, y estar guiada por un sentido de deber moral. "Otros turistas de esta categoría no tienen una motivación para con las víctimas y simplemente visitan estos lugares con un deseo o una necesidad de contactar simbólica y emocionalmente con la muerte", considera el profesor.

Otra categoría es la de los visitantes que tienen interés por la historia y la cultura, es decir, "por el deseo de aprender viajando". Podrían incluirse, por ejemplo, las visitas escolares a museos del Holocausto, donde un guía imparte una lección de historia en el lugar mismo donde sucedieron los hechos. 

También hay turistas que sienten "fascinación y curiosidad morbosa por la muerte". Se entiende como el regodeo o el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, la infelicidad o la humillación de otro. En el ámbito psicológico es una emoción muy compleja, relacionada con el sadismo, y uno de sus componentes es el deseo de justicia. "Esto explica la actitud de algunas personas que visitan un lugar para celebrar, in situ, que las víctimas han recibido un justo castigo por la razón que sea". Este turismo tiene muy presente la muerte morbosa y explota estas características, un ejemplo es el tour Helter Skelter, de Charles Manson, en Estados Unidos. El "regodeo del sufrimiento" se relaciona con lugares donde ha habido desastres naturales, con prisiones y convictos o sitios asociados con la esclavitud. Algunos académicos se refieren a este tipo de turismo como una forma en sí misma, apodado turismo oscuro distópico.

Finalmente, hay las personas que visitan este tipo de lugares sin una motivación especial, simplemente porque forman parte del paquete turístico o están de moda. "Esta modalidad es resultado de una de las muchas cuestiones que gira en torno al tanatoturismo: hasta qué punto este fenómeno se ha visto incrementado por la demanda de los turistas o por la oferta de las operadoras turísticas", reflexiona Liviano.

Entre la curiosidad, la banalización y la ética

La industria turística ha encontrado en este tipo de turismo un pozo sin fondo de posibilidades, como los tours experienciales. Tal es el caso de las rutas por la frontera que separa México de Estados Unidos, donde se organizan caminatas nocturnas como las que realizan los inmigrantes indocumentados o secuestros por parte de "traficantes de personas". Pero ¿es el turismo un vehículo apropiado para representar eventos relacionados con el sufrimiento humano?

"El estudio académico del tanatoturismo también ha incluido su dimensión ética", afirma Liviano. En una época de selfies y hastags en Instagram, este debate se ha acentuado a partir del comportamiento frívolo de algunos turistas en campos de concentración como el de Auschwitz-Birkenau o el memorial a las víctimas del Holocausto en Berlín. "Este tipo de comportamiento, que va ligado a las modas, no suele estar guiado por valores o códigos éticos y morales, sino por cálculo instrumental, y los intereses y las emociones personales", explica Núñez. En esta línea, muchos detractores de este tipo de turismo denuncian que Auschwitz se ha convertido en un parque temático del exterminio, "un lugar donde los turistas van a hacerse fotos sonriendo al lado del crematorio o bajo el arco con el siniestro letrero Arbeit macht frei".


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