Hace apenas unos días Burger King puso en marcha un experimento social en uno de sus establecimientos de Estados Unidos que consistió en vender sus palitos de pollo frito o `chicken fries´ más caros a las mujeres que a los hombres. El mismo producto para ambos, pero servido en un envase rosa y más caro para ellas. Como era de esperar, las clientas reaccionaron con absoluta indignación a semejante injusticia y uno de los empleados de Burger King atinó a replicar: "Cuando compras maquinillas de afeitar en la farmacia y pagas más que los hombres, ¿también protestas?" Lo cierto es que no lo hacen porque, simple y sencillamente, este "impuesto rosa" está socialmente asumido. Hasta ahora...