Bienvenidos a la semana en dos minutos, el audioresumen de la revista Ctrl ControlPublicidad
Esta semana tenemos que hablar de Netflix, porque los cambios anunciados en su plataforma son siempre indicadores de lo que se espera en el futuro en los medios y la publicidad.
Por lo pronto, Netflix anuncia un importante cambio en su interfaz, facilitando la navegación por los contenidos sugeridos por el algoritmo. También se está experimentando con la posibilidad de que el usuario utilice su smartphone para navegar por clips verticales que le servirán par seleccionar contenido favorito. Al modo TikTok, para que nos entendamos. Cuidado, que Netflix puede convertirse en otro lugar para engancharnos al “scrolling”, como si no hubiera ya suficientes. En cuanto a la publicidad, el diseño modular crea “slots” futuros donde podrían incluirse contenidos patrocinados, branded previews y otros formatos de anuncio.
Y esta semana hemos leído en La Vanguardia una información de Servimedia bastante sorprendente. Cuando se cumple un año de la creación del llamado Registro de Prestadores Audiovisuales -o sea, del lugar donde te registras oficialmente como influencer, para que nos entendamos- resulta que solo se han inscrito 89 sujetos. Suena a broma que no se hayan registrado ni el 6% de los 1.600 que tenía en el radar la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia cuando creó la norma de hacer obligatorio el registro cuando alcanzabas el millón de seguidores, los 300.000 euros de ingresos al año y la publicación de, al menos, 24 vídeos al año. No obstante, la CNMC ha respondido que ignorará a los que la han ignorado. O sea, que les va a aplicar igualmente la supervisión y las sanciones correspondientes llegado el caso. España es ese país donde todo el mundo quiere ser influencer, pero sin que se entere el estado, por lo que pueda pasar.
Y termino con una buena noticia, el Tribunal Constitucional ha anulado la condena a Anónimo García, fundador del colectivo Homo Velamine y creador del acto ultrarracionalista “El tour de la manada”, una falsa web que muchos medios dieron por hecho que era real sin tomarse la molestia de averiguar si estaban publicando un bulo, no vaya a ser que la verdad les quitara la oportunidad de hacer negocio, creando un escándalo que les proporcionara audiencia que vender a sus anunciantes. Este caso es muy largo de contar, si te interesa, puedes leerlo en el libro de Juan Soto Ivars “Nadie se va a reír”. Allí está todo bien explicado.
La semana que viene, más noticias.