Tupperware, el final de un clásico

Durante años el “tupper” (en nuestro país españolizado como táper) campaba a sus anchas en cualquier rincón de cualquier casa del planeta. Era, y sigue siendo, el objeto predilecto de hombres, mujeres y niños donde guardar las sobras de comida del día anterior. Pero la marca que lo hizo popular se durmió en los laureles, dejó de invertir pensando que lo tenía todo hecho, y la competencia más fiera (la de China) ha terminado por mandarla a la bancarrota.
Hace pocos días un artículo del periodista Andrew Tindall, en la web The Drum, publicaba como entradilla de su escrito una afirmación realmente interesante. Venía a decir que si realmente, como se nos hace creer, todos tuviéramos en casa un “tupper” de la marca Tupperware, esta no habría tenido que declararse en bancarrota. Por desgracia no es así, y en la mayoría de casos, los mal llamados “tuppers” no se han comprado de la marca Tupperware sino de cualquier bazar chino a la vuelta de la esquina.
Los orígenes y su consagración
Fundada en 1946 por el ingeniero Eart Tupper, la marca Tupperware se convirtió de inmediato en un referente en la venta a domicilio con las famosas “Tupperware parties” con las que muchas mujeres se ganaban la vida durante la posguerra. Desde la década de 1950 estas reuniones sociales impulsaron la expansión global de la marca, llegando a más de 100 países.
En los años 60, surgieron nuevos cambios sociales que llevaron a la marca a seguir innovando, apareciendo nuevas líneas de organización y transporte, todo con el objetivo de mantener la cocina organizada y facilitar la preparación de recetas. Con la aparición del microondas, Tupperware de nuevo echó mano de su tecnología para desarrollar recipientes aptos tanto para hornos convencionales como para los mismos microondas. Parecía que la marca no tenía techo y quizás fue ese el error de sus dirigentes, el pensar que estaba todo hecho y que con su prestigio, su historial y siendo el genérico que había creado una categoría sería más que suficiente para mantenerse en lo más alto.
Empiezan los problemas
La ironía de todo es que cada día se consumen más comidas preparadas, cada día cocinamos mayores cantidades para que se alarguen en el tiempo y tenemos que almacenarlas en recipientes diseñados para ello. ¿Por qué entonces Tupperware no ha logrado sobrevivir cuando forma parte de un mercado con un enorme potencial? La mayoría de las voces apuntan al elevado precio y la escasa evolución de sus productos en los últimos tiempos. La competencia es feroz y solo tenemos que entrar en cualquier bazar chino, supermercado de cierto tamaño o IKEA que se precie para encontrar montañas y montañas de “tuppers” de infinitos tamaños a precios realmente asequibles.
Los directivos de la marca pensaron erróneamente que con el nombre lo tenían hecho, que nadie en su sano juicio compraría un “tupper” genérico pudiendo comprar el original, pero por desgracia un “tupper” es un “tupper” y la gente tiene muchos otros gastos domésticos para gastar dos y tres veces más en algo que, no nos engañemos, sirve principalmente para almacenar comida en la nevera.
Una situación con difícil solución
A día de hoy, y según varias fuentes, la compañía presenta activos de entre 500 y 1.000 millones de dólares y pasivos de 1.000 a 10.000 millones de dólares. Para terminar de agravar la situación y hacerla prácticamente insostenible, cuenta con más de 700 millones de dólares en préstamos. Ante estas cifras el futuro de Tupperware parece, cuando menos, complicado, y no tanto, que también, por la necesidad de que alguien se haga cargo de estos números, sino por lo que es el producto en sí y la aparente poca evolución que permite para volver a convertirse en líder de su mercado.
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