El impacto de Trump en la industria agroalimentaria española

Según un reciente informe de LLYC, la respuesta de la industria agroalimentaria española a la amenaza de Trump se puede resumir en tres medidas: nuevos mercados, planes de contingencia y más innovación.
El anuncio de Donald Trump de imponer aranceles al sector agroalimentario europeo a partir del próximo 2 de abril ha puesto en alerta a toda la industria. Sin embargo, y a diferencia de su primera legislatura, la robustez del sector, especialmente en España, y la creciente interdependencia de la industria norteamericana, sitúan a Estados Unidos en una posición de partida menos confortable para una guerra comercial. Estas son las principales conclusiones del informe “La America First de Trump impacta en el sector agroalimentario”, elaborado por la Oficina Alimentaria de LLYC.
Para hacer frente a una nueva oleada arancelaria, los expertos de la firma de marketing y Corporate Affairs aseguran que las empresas españolas deben desarrollar planes de contingencia que fortalezcan la resiliencia de su cadena de suministro. Además, ven necesario tejer alianzas estratégicas en en la UE y diversificar mercados, apostando por Asia-Pacífico y América Latina para reducir la dependencia de Estados Unidos. Países como China, Japón y Brasil aparecen como alternativas reales para nuestras exportaciones.
El informe pone el acento en que el enfoque proteccionista de Trump también puede estimular la innovación en el sector agroalimentario europeo. La presión para competir con productos nacionales en el mercado estadounidense puede hacer que nuestras empresas resalten valores esenciales como la autenticidad o la responsabilidad social. En un contexto de desregulación, consideran clave consolidar nuestros productos como referentes de calidad, seguridad y sostenibilidad, con certificaciones y prácticas verificables.
Otro aspecto importante es la respuesta de la Unión Europea al potencial conflicto. La apuesta por impulsar la autonomía estratégica, también en el sector agroalimentario, será fundamental. Las acciones han de ser coordinadas, y con recursos disponibles en el marco de la OMC y del multilateralismo que propugna la UE. La aplicación de potenciales medidas de retorsión, mediante la aplicación de aranceles recíprocos y la búsqueda de mercados alternativos, podría poner en jaque sectores como el de las habas de soja estadounidense, fundamental para la alimentación animal, y que ha doblado el valor de sus importaciones en nuestro país en el último lustro.
Según datos del estudio, Estados Unidos pasó de exportar habas de soja por valor de 339 millones de euros anuales en 2020, a más de 649 millones en 2024, coincidiendo con la Administración Biden. Sin embargo, España dispone de otros mercados alternativos para la provisión de este producto esencial para la alimentación animal. Es el caso de Brasil, uno de los principales productores y suministradores de España (913 millones de euros en 2024), que ha visto reducir su cuota de mercado en nuestro país en más de un 29% en los dos últimos años, pero que en el marco del nuevo acuerdo UE-Mercosur podría recuperar su relevancia. Esta capacidad de retorsión de los mercados europeos, unido a la relevancia del lobby de la soja en Estados Unidos, podría poner a la Administración Trump en una situación complicada.
Estados Unidos, más dependiente de España que nunca
La balanza comercial del sector con Estados Unidos arrojó el año pasado un saldo positivo récord de 1.710 millones de euros para nuestro país y eso pone en el foco a los productos que más exportamos a la primera economía mundial. Aceite de oliva (1.013 M€), vino y mosto (334,8 M€) y otras legumbres y hortalizas en conserva (247,1 M€) serían, en principio, los más expuestos a una potencial implantación de aranceles en plena escalada de tensión arancelaria a nivel global. El jamón ibérico, el cordero y el ganado vacuno de alta calidad también podrían enfrentarse a una situación compleja, según recoge el informe.
Estados Unidos es ahora mismo nuestro principal socio comercial fuera de la UE. Los envíos representan el 15,3% del total de las ventas agroalimentarias españolas al exterior. Es el principal mercado para el aceite de oliva envasado y el segundo del aceite de oliva a granel, solo por detrás de Italia. El valor de las transacciones ha aumentado un 57,7% en los últimos tres años. En el caso del sector vitivinícola, España se mantiene como el cuarto principal exportador (tras Francia, Italia y Nueva Zelanda). La facturación ha experimentado un notable crecimiento duplicando su importe en las últimas dos décadas.
El informe recuerda que en 2018 la primera Administración Trump implementó aranceles sobre productos europeos valorados en unos 7.000 M€. En concreto, 113 productos de la industria agroalimentaria española sufrieron imposiciones adicionales que, en algunos casos, llegaron hasta el 35%. Como resultado, la cuota de mercado de nuestro aceite de oliva en Estados Unidos llegó a sufrir una caída del 80%, un golpe que favoreció a competidores como Marruecos y Turquía. La aceituna de mesa también se vio muy castigada. Los productores dejaron de facturar unos 280M€, según su patronal Asemesa. Este producto todavía sigue padeciendo las consecuencias a pesar de las sentencias favorables de la OMC.
“Más que nunca Europa debe reforzar su autonomía estratégica. Es crucial para el sector agroalimentario. España debe jugar aquí un papel fundamental, tanto por razones históricas como por el valor único y diverso de nuestra cadena alimentaria. Somos el segundo país del mundo con mayor diversidad alimentaria y tenemos producciones de enorme calidad y competitividad en precio. Eso nos debe permitir reforzar y ampliar nuestros mercados de exportación. Tenemos que convertir los riesgos en oportunidades”, afirma Fernando Moraleda, director de la Oficina Alimentaria de LLYC.
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