A través del objetivo de 15 fotógrafos procedentes de Estocolmo hasta Irán y como parte de su nueva campaña "Real Life", Polaroid celebra cuatro verdades que se encuentran en la conexión entre la vida real y las imágenes Polaroid.
La vida real tiene que esperar
Nada que merezca la pena debería llegar a ser un instante, ni siquiera la fotografía Polaroid. La vida, como los revelados de las películas cuando capturamos los mejores momentos, merecen la espera. El trabajo de Andre D. Wagner, nacido y criado en medio de la vibrante energía de Brooklyn, Nueva York, refleja la esencia de la ciudad y la magia de lo cotidiano a través de calles, barrios y desfiles. "Es una herramienta esencial y una característica del ser humano. Encuentro la belleza en la espera", afirma Wagner.
Capturar la vida real es aprovechar al máximo el granulado y sus marcas
No hay dos personas iguales, como tampoco dos fotos instantáneas hechas con Polaroid. En la vida, como en la fotografía, son nuestras imperfecciones las que nos hacen únicos. Edie Sunday encarna esto, utilizando el color y la luz como marcas de estilo distintivas, explorando lo consciente y lo inconsciente. "No podría imaginarme intentar forzar una fotografía Polaroid para que salga perfecta. La magia está en el misterio y la singularidad de cada foto", afirma Sunday.
La vida real es aquel color que no puedes controlar
De lo brillante y atrevido a lo apagado y sutil. De las puestas de sol más hermosas a las imperfecciones más reales. La vida, como la fotografía Polaroid, está llena de bellas e incontrolables tonalidades. Los viajes de Ry Shorosky le llevan a los confines de América, donde captura las historias ocultas y los paisajes cautivadores que sólo pueden descubrirse a través de la exploración y la aventura.
La vida real, a veces, es involuntariamente bella
Hay belleza en lo aleatorio, lo salvaje, lo sorprendente. Cristian Bravo capta los aspectos intangibles de la vida, retratando lugares, personas y momentos en los que todos participan. En su obra destaca los elementos abstractos e invisibles de la vida cotidiana. "No sé lo que hago hasta que lo he hecho, fotografiar para mí es algo que tiene que seguir siendo instintivo", afirma Bravo.