Para muchos, estamos frente a una de las grandes personalidades mediáticas de las últimas décadas, un artista multidisciplinar al que los grandes expertos musicales consideraron en su momento uno de los más importantes músicos de la era moderna. Por supuesto, también ha sido destacable su faceta como productor, diseñador y empresario, y ni que decir tiene que su relación con Kim Kardashian lo elevó a los altares de la prensa rosa.
Sus comienzos
Nació en 1977 en Atlanta, Georgia, pero fue en Chicago donde comenzó su carrera musical formando el grupo Go Getters junto a GLC y Really Doe. Al poco tiempo, sin embargo, empezó a labrarse un nombre como productor produciendo canciones para gente de la talla de Jay-Z, Twist, Mase, Talib Kweli y Alicia Keys. En 2004, tras ser rechazado por numerosas discográficas que no veían en él a un artista de hip hop lo suficientemente “vendible”, apostó por producir su álbum de debut “The College Dropout”. Su éxito fue inmediato y recibió 10 nominaciones a los Grammy ganando Disco del año y Mejor Disco de rap. Sin embargo, la controversia también empezaba a aflorar y cuando en ese mismo año, durante los American Music Awards no se llevó el premio al Mejor Nuevo Artista, se largó despotricando de todos y de todas. Su portada en Rolling Stone dos años más tarde, a lo Jesucristo con una corona de espinas, añadió picante a su figura; la controversia estaba servida.
Durante los siguientes años continuó copando portadas y titulares, no siempre por motivos artísticos. Uno de sus momentos más controvertidos fue cuando en 2009, durante los Video Music Awards de la MTV interrumpió el discurso de aceptación del premio recibido por Taylor Swift a la mejor artista femenina gritando a los cuatro vientos que quien tenía que haber ganado era Beyoncé.
Yeezy, Nike, Adidas...
El talento de Kanye, o mejor dicho Ye, que es como se auto denomina en estos días (todo puede cambiar en los próximos), está fuera de toda duda. En 2009, y tras haber dado sus primeros pinitos como diseñador de “sneakers” con la marca BAPE, cerró un acuerdo con Nike. Nacían de ese modo las Nike Air Yeezy 1, lanzadas en tres colores (gris, negro y tierra) a un precio de 215 dólares (nada baratas por aquel entonces), y agotadas de cualquier estantería a las pocas horas de ver la luz. Dos años más tarde veían la luz las Yeezy 2; en rojo y plata solo se fabricaron, supuestamente, 1.500 ejemplares. Ni que decir tiene que se vendieron en cuestión de segundos. La tercera edición, en 2014, tenía como protagonista las Yeezy 2 Red October, uno de los modelos más buscados del universo “sneaker” y las que precipitaron la ruptura entre Ye y Nike. El rapero quería un porcentaje de cada zapatilla vendida, algo a lo que Nike se negó, provocando su marcha a Adidas. La marca alemana lo recibió con los brazos abiertos: le dio su propia marca dentro del conglomerado Adidas -Yeezy tenía personalidad propia- pero sobre todo un porcentaje (que según algunos expertos rondaba el 5%) de las ventas globales.
2022, todo vuela por los aires
West ya prometía emociones fuertes cuando comenzó a apoyar sin paliativos a Donald Trump en las presidenciales estadounidenses de 2020, pero de repente Trump dejó de ser su héroe para convertirse en un “desastre” (sus palabras exactas a la hora de describirlo) así que, ni corto ni perezoso, decidió presentarse él como candidato. Al final todo quedó en una “entrañable” anécdota, moldeando su personaje en una caricatura cada vez más inestable. Pero lo peor estaba por venir: recientemente anunciaba a los cuatro vientos que George Floyd no había muerto asfixiado por la policía sino por haber consumido fentanilo. No suficiente con eso, a los pocos días, comenzó a lanzar mensajes antisemitas en las redes sociales (Twitter e Instagram) amenazando a la comunidad judía. Su caída a los infiernos había tocado fondo y las marcas empezaron a romper los acuerdos que tenían firmados con él. La primera Adidas, que si bien reconocía las pérdidas que esa ruptura le iba a suponer, asumía que no podía seguir ligada a un personaje que incitaba al odio. A las pocas horas hacían lo mismo Balenciaga y Vogue mientras que Gap se encuentra en un inpass que para cuando estas líneas vean la luz casi con total seguridad habrá seguido los pasos de las otras marcas. Pero West se reservaba una última bala que agotó de inmediato cuando sin previo aviso se presentó en las oficinas de Skechers con el objetivo de ofrecerle a la marca californiana la oportunidad de convertirse en la sustituta de Adidas. Al parecer entró grabando a todo aquel que se le ponía por delante hasta que finalmente fue escoltado por miembros de seguridad de la oficina de Los Ángeles.
Es difícil aventurar cuales pueden ser sus siguientes pasos o decisiones, teniendo en cuenta lo ocurrido durante estas últimas semanas, pero lo que sí parece claro es que el Kanye que conocimos, y al que muchos elevaron a los altares, con motivos justificados, todo hay que decirlo, es muy posible que no vuelva jamás.