Adiós X, tú antes molabas
Desde que medios tan poderosos como The Guardian o La Vanguardia anunciaran que dejaban de postear en X, la fuga de usuarios en esta red social ha ido en aumento. Pero lo cierto es que es un "abandono" que conviene matizar.
El contador de bajas en X sigue moviéndose en todo el mundo a la misma velocidad que el de altas en Bluesky, Mastodon o Threads. Si se mantienen las constantes del momento en el que se escribió este artículo, en el tiempo que se tarda en leerlo habrá casi mil nuevos usuarios de Bluesky. Puede verse el marcador en tiempo real en una landing page que esta red social ha abierto en Internet.
La fuga de usuarios de X ha aumentado desde que medios como The Guardian o La Vanguardia anunciaran que dejaban de postear en esta red. Mucha gente está llamando “abandonar Twitter” a lo que en realidad es dejar de publicar contenidos en un perfil oficial, y es algo que conviene matizar. Como muy bien explicó The Guardian en su carta abierta, los usuarios de X podrán seguir posteando contenidos de este periódico en sus respectivos perfiles y, por tanto, seguirán generando tráfico orgánico a la web del periódico. Tampoco los periodistas de este medio han cerrado sus perfiles, que usan para investigar los gustos y tendencia de su audiencia o como archivo de documentación, ni van a dejar de postear sus artículos para que sus seguidores los vean en sus timelines. Sin menospreciar la importancia de la decisión, no es muy correcto llamarla abandono o cierre. En este sentido, el editorial de The Guardian contiene una frase reveladora. De ella se deduce la lamentable dependencia que los medios tienen de las redes sociales. Dice The Guardian refiriéndose al tráfico orgánico: “preferiríamos que la gente viniera directamente a nuestra web a seguir apoyando nuestro trabajo”. Preferiríamos. No se puede decir más con menos.
Las razones de este “cese de publicaciones en perfiles oficiales” son de sobra conocidas: desde que el hombre más rico del mundo comprara la red por 44.000 millones de dólares hay bastantes evidencias de que en ella se promocionan noticias falsas, racistas y conspiranóicas. Cuando Twitter pasó a ser X en el año 2022, en nombre de la libertad se reabrieron perfiles de personajes como el tristemente famoso Alex Jones, que uso esta red para acusar a los padres de los niños asesinados en el tiroteo de Sandy Hook de ser actores al servicio de la causa por la regulación de la venta de armas de fuego. Si alguien piensa que esto no ha tenido nada que ver con la crispación política actual, el auge de la extrema derecha o los resultados de las elecciones en Estados Unidos, que busque en algún sitio quién será el Director del Departamento de Eficiencia Gubernamental en el próximo gobierno de la primera potencia mundial.
Parece mentira que estemos hablando de la red en la que no hace tantos años se abrió el hastag #metoo o se desactivó la cuenta de un político histriónico incapaz de superar su derrota en las urnas que uso su cuenta para incitar a la violencia y consiguió que una turba de bisontes humanos asaltara el Capitolio. ¿Dónde estará ahora aquel provocador?
El debate sobre “abandonar Twitter” está encendiendo la conversación incluso en el propio X. Algunos de los más furibundos enemigos del nacional populismo dicen que quieren quedarse para “combatirlo en su propio campo”. Otros, en cambio, recuerdan el famoso principio según el cual “en Internet cuando algo es gratis el producto eres tú”. O sea, que quedarse no es combatirles, es hacerles el negocio.
En eso ha quedado la utopía de las redes, ese paraíso digital en el que se suponía que íbamos a tener libres, civilizados y gratuitos debates con nuestros discrepantes. Ahora la libertad consiste en elegir de quién quieres ser producto.