Probablemente, uno de los mejores lemas de la historia del marketing deportivo mundial es el del FC Barcelona. Lo deberían reconocer hasta los del Madrid. Si el Barça es “más que un club” es porque el fútbol es más que un deporte. Es un espectáculo. Es una pasión. Es incluso un arma política. Es muchas cosas, y por encima de todas es un negocio que mueve mucho dinero, gran parte del cual procede de la publicidad en todos sus formatos. Como el fútbol es también un espejo donde se reflejan las miserias humanas, hemos asistido al lamentable incidente de los insultos racistas contra Vinicius en el campo de Valencia. Sobre este suceso se ha oído y leído de todo estos días, incluso lo más insensato. No ha faltado quien ha pretendido invertir los papeles de víctima y verdugo llevado por impulsos tribales o ceguera sentimental. Las redes son así. “Everyone is invited”, como dice el famoso eslogan de Samsung. Tanta opinión no solicitada, ni en muchos casos autorizada, contrasta con el silencio de las marcas patrocinadoras de las competiciones y los clubes respecto a un tema tan grave como el racismo en el fútbol. Si el hecho de que el fútbol sea todo lo que es gracias al dinero de sus inversiones publicitarias no les parece suficiente razón para que queramos saber qué opinan sobre el tema, al menos deberían decir algo para que la próxima vez que escuchemos lo de la sostenibilidad, el propósito de marca o la participación de las marcas en los debates públicos no les miremos con escepticismo e incredulidad, que son dos de las peores actitudes con las que un público objetivo puede recibir un mensaje publicitario.
Como algunos han querido derivar el debate hacia la posible condición de España como país racista, convendría recordar que sucesos de estos se han vivido, y algunos de consecuencias más graves, en países cuyos espontáneos portavoces no pierden la oportunidad de dar lecciones de civismo a los demás cuando el incidente ocurre más allá de sus fronteras. Por desgracia, y diga lo que diga el famoso lema publicitario de los años 60, en esto España no es diferente. El racismo es otra pandemia; y la vacuna contra este virus no se prepara en los laboratorios sino en las escuelas y en las familias. Es decir, donde se educa a los niños.
Hay mucho por hacer para combatir este desgraciado comportamiento, y si las marcas están tan concernidas como dicen en su publicidad con objetivos como este, ahora que el tema está tan de actualidad tienen una oportunidad inmejorable para demostrarlo.
Racismo y deporte se juntaron hace pocos años en una de las campañas más memorables de la historia reciente de la publicidad. Con la sociedad estadounidense conmocionada por el comportamiento racista de su policía, de consecuencias mucho más graves que los incidentes de los que fue víctima Vinicius, la marca deportiva Nike lanzó un espectacular anuncio con el jugador de fútbol americano Colin Kaepenick pronunciando un inequívoco discurso contra la intolerancia y el racismo. No era un prescriptor cualquiera. Kaepernick había protagonizado un momento cargado de simbolismo al arrodillarse en el estadio mientras sonaba el himno de su país. Como era de esperar, hubo polémica y no faltaron llamamientos al boicot a la marca bajo el lema #GoWokeGoBroke, tan popular últimamente, pero a Nike no le importó. Al contrario. La pérdida de negocio era la mejor evidencia de su compromiso con la causa defendida. ¿Harán algo parecido las marcas en España… o en eso sí que vamos a ser diferentes?