Black Friday: una ventana estratégica para desestacionalizar el turismo
El Black Friday nació para vender televisores, no viajes. Aun así, el sector turístico ha aprendido a usarlo como un resorte útil en un momento del año que, tradicionalmente, se hunde entre el final del verano y la cuesta de enero.
La paradoja es interesante: una campaña creada para el consumo inmediato se ha convertido en una herramienta de planificación para viajar más adelante.
El riesgo existe: banalizar la oferta a base de rebajas o entrenar al cliente para esperar un descuento cada noviembre. Pero bien planteado, el Black Friday puede ser algo más que un fin de semana de consumo acelerado. Puede servir para empujar un turismo más equilibrado, menos concentrado en tres meses al año y más alineado con un viajero que premia la calidad, no el precio por el precio.
Pero la clave no está solo en vender más, sino en quién compra. El viajero que se mueve en Black Friday suele ser más crítico, más informado y con un radar muy sensible para diferenciar un buen precio de un producto mediocre. Tiende a buscar experiencias que merezcan la pena, no simples transacciones baratas. Este perfil —exigente, selectivo, dispuesto a pagar por calidad— ha ganado peso en los últimos años, y explica por qué operadores especializados en experiencias bien diseñadas, como buendía, encuentran aquí una oportunidad distinta: no competir en una carrera de descuentos, sino en valor.
La principal ventaja es evidente: permite mover demanda en temporada baja. Noviembre y diciembre —salvo contados picos navideños— suelen ser meses lentos para hoteles, agencias y operadores. Un buen descuento acelera la decisión y anima al viajero a reservar antes. Al sector le da oxígeno cuando más lo necesita y ayuda a suavizar la curva anual de ingresos.
Para las empresas del sector, esto significa previsibilidad. Las reservas anticipadas permiten ajustar inventarios, optimizar rutas y planificar destinos con mayor precisión. Además, las compras de Black Friday funcionan como un pequeño laboratorio anual: revelan qué destinos se comportan mejor fuera de temporada alta, qué niveles de precio soporta cada producto y qué perfiles están dispuestos a viajar cuando los destinos respiran.
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