El Despropósito del Propósito. #3
La sublimación de la hipocresía y la cara dura: la usura maquillada con el brilli-brilli del propósito.
Los anglos tienen una frase definitoria para esto que viene al pelo: “putting lipstick on a pig”. Las empresas más “cerdas” - con disculpas a esos animalitos - e inmorales, esas que se dedican a la usura sin verguenza y sin ambages, lo intentan compensar con uno de los recursos más socorridos y vistosos, la plantación de arbolitos.
1 préstamo : Un árbol. En este caso, el ejemplo es Cofidis, pero podía ser cualquier otra de su especie.
Haciendo cuentas rápidas, la plantación de dicho arbolito le cuesta a la empresa entre 4 y 10 euros. Una ínfima parte de lo que consigue arrancarle a los inocentes prestatarios con sus métodos de usureros puros y duros. Era mucho más sano, más directo y menos perverso cuando simplemente regalaban sartenes o, más adelante, teles en color, sin trampa ni cartón - ni propósito alguno más allá del de atraer clientes.
Me cuesta creer que dichas “ofertas” sean legales, pero lamentablemente lo son. A mi juicio los “agujeros negros” que este tipo de prestamos y las tarjetas revolving, enormemente adictivos, crean en las economías familiares más vulnerables son casi tan trágicos como la ludopatía, la drogadicción, el alcoholismo y otras adicciones más evidentes y mucho peor consideradas.
Que las agencias de publicidad y los medios de comunicación se presten alegremente a este juego es de una inconsciencia o una perversidad que a un servidor le deja ojiplático. Recuerdo que en los primeros 90 algunas agencias y algunos publicitarios a título individual se negaban a hacer publicidad de las bestias negras de entonces, alcohol y tabaco. Afortunadamente se ven algunos movimientos que parecen apuntar en esa dirección, aunque, cínico que es uno, piensa que es “putting lipstick on another breed of pigs”, las agencias de publicidad y los grupos de comunicación, que hacen la vista gorda haciéndose cómplices de los primeros.