IA en España: entre la regulación necesaria y el impulso innovador

Por un lado, necesitamos regular este territorio salvaje de la IA. Por otro, me preocupa que el péndulo regulatorio oscile demasiado hacia el control y asfixie lo que pretende proteger.

Para las empresas españolas esto supone un verdadero desafío. Tendrán que invertir en formación, concienciación y procedimientos de evaluación de riesgos, además de repensar procesos enteros. Las pymes lo tendrán especialmente difícil con sus recursos ya escasos.

La Administración parece querer predicar con el ejemplo. El proyecto GobTech Lab dentro de la Estrategia de IA 2024 suena prometedor, aunque comparto el escepticismo sobre las grandes iniciativas públicas hasta ver resultados tangibles.

Lo que sí me parece acertado son las líneas rojas que establece la normativa. Prohibir sistemas que manipulen encubiertamente o exploten vulnerabilidades de ciertos colectivos era algo necesario. También la obligación de evaluar el impacto en derechos fundamentales, aunque habrá que ver su implementación práctica.

Los sectores que manejan datos sensibles (tecnología, sanidad, finanzas, administración pública) estamos acostumbrados a aguas regulatorias complejas, pero para muchos será territorio desconocido.

Las fechas son importantes: algunas obligaciones están en vigor desde febrero de 2025, y en agosto empezará la maquinaria sancionadora con multas de hasta 35 millones o el 7% de la facturación mundial.

La alfabetización en IA, destacada en el artículo 4 del AI Act, es quizás lo más entusiasmante. No solo por ser obligación legal, sino por necesidad competitiva. En muchas empresas la brecha de conocimiento sobre IA entre departamentos es abismal, generando fricciones.

España tiene una oportunidad única. Podemos limitarnos a cumplir a regañadientes o liderar la adopción de una IA responsable en Europa. Las organizaciones que integren estos requisitos desde el diseño inicial (“compliance by design”) no solo evitarán problemas, sino que ganarán en eficiencia y aceptación pública.

La adopción de estándares como la ISO/IEC 42001, ya con implementaciones exitosas en España, ofrece un marco práctico para gestionar éticamente la IA sin renunciar a sus beneficios.

Nunca había visto un cambio normativo con tanto potencial para redefinir las reglas del juego. Nos toca decidir si queremos ser protagonistas o meros espectadores.