Incendio del mes: la ola de antivacunas

Incendio del mes: la ola de antivacunas
Jueves, 02 de diciembre 2021

Lo que nos emociona de los protagonistas del anuncio de la Lotería de Navidad de este año, que comparten la alegría del premio con sus vecinos, es su sentido de pertenencia a una comunidad y su defensa del bien común, que es precisamente lo que le pedimos a los negacionistas de las vacunas contra la Covid-19.

Atrás quedaron los tiempos en que la Navidad comenzaba oficialmente el día del sorteo. Ahora la inauguración se ha adelantado al día en que empiezan los anuncios de Navidad, y más concretamente al día en que se presenta la campaña del sorteo, elevada a la categoría de primer acontecimiento navideño con una inteligente campaña de relaciones públicas que tiene una entusiasta repercusión en prensa y un notable tráfico orgánico en las redes sociales.

Sorprendentemente, el bonito cuento del pueblo en el que los vecinos se regalan de manera anónima los décimos, rodado en Elizondo al estilo Wes Anderson, no ha provocado este año las reacciones acostumbradas entre los internautas, que están muy entretenidos en otras cuestiones como la sexta ola y la guerra contra los antivacunas. Tal vez si los que se indignan en las redes con la actitud insolidaria de los negacionistas analizaran los subtextos de la historia de la cadena solidaria del anuncio encontraría más motivos para comentarlo y, sobre todo, para elogiar su mensaje. Porque lo que nos emociona de estos ciudadanos que quieren compartir la alegría del premio con sus vecinos es su sentido de pertenencia a una comunidad y su defensa del bien común, que es precisamente lo que le pedimos a esos que se niegan a vacunarse en nombre de una idea espuria de la libertad tras la que se esconde su necesidad narcisista de ser diferentes, por no decir intelectualmente superiores. De alguna manera, los que nos vacunamos estamos comprando el décimo para que no nos toque la desgraciada lotería del covid, y, como sucede en el anuncio, es un décimo que compartimos con los demás. El sorteo de la vacunación tiene estas peculiaridades. Para ganarlo no contamos únicamente con el azar, como ocurre con la Lotería, sino que a las de la suerte sumamos también las probabilidades ganadas con el esfuerzo de la ciencia y la sinergia generada por la propia participación, porque cuantos más décimos se vendan; es decir, cuantas más vacunas se administren, más cerca estaremos de ganar el premio colectivo.

Este círculo virtuoso es el que rompe el narcisismo de los negacionistas, cuyo complejo de superioridad se traduce en un mayor nivel de exposición al contagio que no asumen solo ellos. El que no se vacuna está jugando a la ruleta rusa en cabeza ajena, y ese es un riesgo que acabamos pagando todos, igual que pagamos los costes de su tratamiento si al final le acaban ingresando en un hospital de la seguridad social. Por razones como esta, muchos internautas están pidiendo ahora que se tomen medidas contra ellos, y entre otras que se les pase la factura de los costes sanitarios que pueda generar su eventual tratamiento (y habría que añadir también el de las víctimas que provocan).

No por defender el bien común tenemos que tolerar a estos parásitos que nos llaman borregos hasta que llega el día en que nos necesitan. Como dice el anuncio de la Lotería “Compartimos la suerte con quien compartimos la vida”… y al revés.


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