Tanto, tanto ruido

Entre tanto contenido, cuesta tela leer algo de verdad. Que tenga fondo, enjundia. Que no sea un ‘copy-paste’ o un pastiche escrito por la venerada IA. Valoro mucho encontrar a alguien que se tome el tiempo de contarme algo bien.

De ordenar el caos, de filtrar, de argumentar con sentido.

El problema es que ahora cualquiera es creador, divulgador o experto. Y puede hablar de cualquier tema sin filtro ni responsabilidad. Pero oye... ¡que no nos chupamos el dedo! Cada vez hay más personas levantando la mano ante esta falta de criterio.

En China, el gobierno acaba de anunciar que exigirá a los creadores demostrar que están cualificados para hablar de temas divulgativos (como salud, economía o derecho). Puede sonar extremo, pero sinceramente no me parece descabellado.

También las marcas de lujo están cortando el grifo con los influencers: ya no buscan alcance a cualquier precio. Vuelven al aforo reducido, al público especializado. No basta con estar: también hay que aportar.

Quizá por eso volvemos a echar de menos a los que lo hacían desde el rigor. A los periodistas, a los medios de confianza, a los profesionales de la cmunicación. A los que transmiten desde el criterio y lo humano.

No se trata de callar a nadie. Se trata de volver a escuchar a quien sí que sabe lo que está diciendo.