Volvemos a la casilla de salida

Con la revolución digital todo cambió y fueron las personas quienes tomaron el poder. Pero, pensándolo bien, quizá esto también haya cambiado y estemos volviendo al punto de partida en el que todo gira alrededor de buenas historias.
La publicidad siempre ha perseguido persuadir a los individuos creando motivaciones y nuevas “necesidades”. Transformando percepciones y ayudando a su evolución.
Es curioso observar la relación que ha habido entre la publicidad y las tendencias sociales. Tradicionalmente, la publicidad influía en la gente, sus gustos, estilos, y comportamientos. Un sector puntero e innovador. También por las grandes audiencias y los pocos medios. Todos veíamos lo mismo y hablábamos de lo mismo.
Pero con la explosión digital todo cambia y son los individuos los que cogen el poder. Las tendencias sociales se constituyen como modelos a seguir y pasan a ser contenidos publicitarios, semillas de ideas y campañas. Y todo muy rápido.
Hoy esto ya no es válido.
Esa sensación de tener que estar al tuit para estar al día, saber qué se cuece, qué dicen los ‘haters’ y ‘lovers’, la hemos tenido todos, pero afortunadamente ya no es lo principal. Pasan muchas cosas y no hace falta saberlo todo. Pasan tantas que solamente llegamos a titulares.
Y si lo piensas bien, estamos volviendo al punto de partida. Lo que hace un ‘tiktoker’ es divertido y lo consumimos. Pero no marca las agendas, es muy fugaz.
El talento y las buenas historias son las que cambian las cosas. Más si se repiten. Con mucha frecuencia, ya sea en televisión o en digital. Historias que nos gustan, y nos emocionan. Eslóganes y jingles que nos cautivan y se repiten en nuestras cabezas. Contenidos que incorporamos en conversaciones. Que forman parte de lo que somos.
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