¿Y si el evento más creativo fuese también el más sostenible?

Durante años, hablar de sostenibilidad en el mundo de los eventos implicaba asumir algún tipo de renuncia: menos espectáculo, menos despliegue, menos posibilidades. Pero algo está cambiando. Y no solo porque el planeta lo exige, sino porque, finalmente, la industria está entendiendo que producir de forma consciente no significa hacer menos, sino hacerlo mejor. La sostenibilidad ya no es tendencia: es una forma de pensar eventos.
La idea de que un evento sostenible es un evento “limitado” está quedando atrás. De hecho, en Venue lo comprobamos a diario: cuanto más exigente es el marco medioambiental que nos fijamos, más aguda se vuelve la creatividad. Es en esas tensiones donde aparecen las ideas más brillantes. Diseñar con propósito no es una traba, es una brújula.
EL EVENTO 100% SOSTENIBLE NO EXISTE
Y está bien decirlo. El único evento 100% sostenible es el que no se hace. Porque la sostenibilidad real no se construye desde la idealización, sino desde la toma de decisiones informadas, desde la trazabilidad, desde el compromiso honesto con reducir el impacto allí donde se puede —y compensar donde no.
Aplicar estándares como el ISO 20121, por ejemplo, no es solo una certificación: es una metodología exigente que obliga a repensar todo. Desde la elección del lugar del evento hasta la logística de montaje, desde el origen de los materiales hasta la gestión de residuos post-evento. Es, literalmente, rediseñar la producción desde cero. Y ahí es donde el rol de las productoras cambia: ya no somos solo ejecutores creativos, somos arquitectos de un nuevo modelo.
EVENTOS SOSTENIBLES: DEL GESTO SIMBÓLICO A LA METODOLOGÍA CREATIVA
Un ejemplo reciente de esto lo encontramos en “Le Picnic”, el evento que desarrollamos junto a Veuve Clicquot en un enclave natural frente al mar en Mallorca. Lejos de limitar la experiencia, el enfoque sostenible fue el disparador creativo que permitió elevarla.
Combinamos un menú de kilómetro cero (elaborado con ingredientes locales, que reduce la huella de carbono y apoya a los productores del lugar) diseñado por Ca Na Toneta, restaurante local de estrella Michelin verde, con el uso de energía limpia gracias a las instalaciones solares del espacio, y una logística optimizada para reducir traslados y emisiones.
Además, toda la producción priorizó el trabajo con proveedores locales, no solo para reducir la huella de carbono asociada al transporte, sino para fortalecer el tejido económico de la zona y amplificar el impacto positivo en la comunidad. Y, sobre todo, una puesta en escena que no necesitó artificios porque la belleza del entorno hablaba por sí sola.
Este tipo de proyectos demuestran que la producción sostenible no tiene por qué lucir “eco”. Puede ser lujosa, emocionante, inolvidable. La clave está en cambiar el enfoque: dejar de pensar en sostenibilidad como una checklist posterior y convertirla en el punto de partida.
SOSTENIBILIDAD: DE LA TENDENCIA AL ESTÁNDAR
Lo que hoy vemos como diferenciador, mañana será requisito imprescindible. Las marcas lo saben. Y no solo porque sus audiencias lo exigen, sino porque ellas mismas están redefiniendo su propósito y su rol en el mundo.
Como productoras, tenemos la responsabilidad —y el privilegio— de ser parte activa de esa transformación. No se trata de levantar la bandera verde como gesto simbólico. Se trata de repensar procesos, elegir proveedores con conciencia, medir y rendir cuentas. Se trata, en definitiva, de entender que el futuro del sector no es low impact vs. high impact. Es high impact con low footprint.
Y para eso hace falta algo más que buenas intenciones: hace falta diseño, metodología y, sobre todo, valentía creativa.
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