¿Cómo lo haces? No lo hago, simplemente sucede. ¡A mí nunca se me ocurriría! Puede que no, pero se te ocurrirá otra cosa. ¡Tiene mucho mérito! Tiene exactamente el mismo mérito que cualquier otra capacidad…
No elegí ser creativo, sino que nací con esa capacidad. Al igual que una física, un médico, una arquitecta o un músico nacieron con una inclinación natural para tener curiosidad por esas disciplinas y la facilidad y la disposición para estudiarlas y desarrollarlas. Lo que es más complejo explicar es cómo esa naturaleza te empuja, no sólo a definir tu futuro profesional, sino a ser de una forma particular.
La mente de un creativo y una inteligencia artificial tiene más similitudes de las que creemos. Las dos se nutren de estímulos/ prompts y las dos aprenden y evolucionan. Por suerte para todos, hay matices que las hacen totalmente opuestas. A las IAs les pedimos lo que queremos de forma directa y obtenemos el resultado de forma inmediata. A los creativos “simplemente” tienen que dejarnos vivir y tener experiencias. Puede ser una palabra, la escena de una película, el color de un cuadro, una textura, aquel viaje que no esperabas o un recuerdo de la infancia, nunca sabrás cuál será el germen que te ayudará a encontrar la respuesta a ese briefing, y lo más difícil, no podrás programarte para recibir esa respuesta al instante.
Las inteligencias artificiales son otras compañeras de trabajo más. Unas más incómodas, porque tienes que hacer el trabajo de forma manual e individual, y algo menos interactivas, ya que, cuando haces un brainstorming, introducir conceptos, tamizarlos, enriquecerlos y buscar una solución perfecta que conquiste y cumpla los objetivos marcados es mucho más apasionante.