Haz un anuncio de ti mismo con ayuda de la IA (25)

No es plato de buen gusto hablar de las virtudes de uno mismo. Mucho menos dejarlas por escrito. Y mucho menos delante de compañeros de profesión instruidos (leéis, que no es poco). Pero como ese es el brief que me han pasado, tiraré de oficio y contaré al menos una, mi favorita. "¡Vamos, que es gerundio!" (Yola Berrocal, of course).

Os la explico a través de algo que me pasó el otro día. Una mañana llegué a la guardería a la que llevo a mi hijo pequeño y me encontré a un niño llamado Hugo llorando desconsolado. A su lado, su hermano saltaba en unos cojines totalmente feliz. Le pregunté al padre qué le pasaba a Hugo y me dijo que se mudaban de casa y que la noche anterior había sido la última en su casa “de toda la vida”. El concepto de cambio lo estaban viviendo de dos formas totalmente opuestas. Aunque por supuesto empatizo con Hugo, yo vivo nuestra profesión como su hermano.

Cuando empecé en esto hace dieciocho años me pasaba el día con una libreta y un bolígrafo pensando guiones encantado. Y ahora estoy encantado rodeado de tecnología, data, trends, apps o inteligencias artificiales como la que ha creado la imagen que acompaña este texto. No me asusta lo nuevo, me divierte y, ¡qué leches!, me mantiene joven. Este optimismo, esta convicción de que cada año que llega nos ofrece herramientas más transformadoras que el anterior, es algo que me define y que busco cuando construyo un equipo. Mentes positivas que tiendan de manera innata a lo más básico: creer. ¿No les pedimos nosotros eso a nuestros clientes?