La campaña más rompedora, según Ana Gurrea

Dicen que aquellos que nacen cerca del mar tienen una conexión especial con él, que lo llevan siempre dentro. Y así es para mí. El mar ha sido mi compañero y mi refugio toda la vida. Un lugar lleno de recuerdos. Un lugar con su propia alma. Un alma poderosa, envolvente y cálida, que late con la Tierra y es parte de nosotros.

Cuando vi "Alma" de Oriol Villar por primera vez, la sentí por todas partes. Piel de gallina, lágrimas en los ojos, y la boca y el corazón bien abiertos. La forma en la que la pieza trae a la vida al alma del Mediterráneo es sencillamente preciosa. Desde la música a la imagen, toda ella es sentimiento y conexión. La he visto muchísimas veces y siempre acabo con la piel de gallina y suelto alguna que otra lagrimilla.

La calidez de los movimientos de la bailarina, la grandeza del mar y la profundidad de sus aguas, se fusionan con la canción más bonita y acertada que se podía escoger. Es una pieza con alma que llega al alma: arte en todas sus formas. Arte que es publicidad. Publicidad que es arte. Y el arte es un mundo sin forma, infinito, fuera de los límites y las autocensuras mentales. Quizás hace falta coincidir con obras como esta para darse cuenta o recordarse, de vez en cuando, que no deberíamos poner frenos a la visión creativa. Que hay mucho más allá que contar cuando imaginamos y creamos. Que no todo es producto. Que se puede crear publicidad con libertad, cariño y alma. Que hay otra forma de vender. Que debe haber otra forma de vivir.