Imagino a miles de personas invirtiendo 13 minutos de su tiempo en ver cómo se cocina una tira de bacon en una pantalla de ordenador y solamente me sale pensar: "¡Qué cabrones!". Un único plano. Un único producto. Sin artificios, sin paralelismos, sin metáforas. Simple, real y maravilloso.
A menudo creemos que es más fácil captar la atención de la gente cuando el presupuesto y el briefing juegan a nuestro favor, pero no siempre nos encontramos con “El proyecto del año” o disponemos de miles de euros para una producción. Por eso, no se me ocurre mejor forma para demostrarle a la industria que, con muy poco, se puede llegar a cosas increíbles. Los medios nos brindan infinitas posibilidades, pero, a veces, estamos tan obsesionados con estar presentes en todos lados, que nos olvidamos de pensar en cómo podemos estar o, incluso, si debemos estar.
En mi opinión, la gente está dispuesta a interactuar con las marcas, a ver y a escuchar lo que queremos contar, pero es más fácil subirse al carro de una moda que darle la vuelta a un medio habitual. Yo intento aplicar esta filosofía a todo lo que hago, sea una valla, una notificación o un post de Instagram. Porque da gusto ver de vez en cuando, cómo alguien es capaz de convertir un “día a día” en algo relevante que contar.