El lujo de Schrödinger

El llamado “lujo accesible” puede resultar paradójico: ¿es un lujo rebajado para las masas o un consumo masivo con disfraz premium?
El “lujo accesible” es un concepto fascinante: un equilibrio entre aspiración y realidad, lujo tradicional y consumo masivo. Es una especie de “gato de Schrödinger”, que nos impide decidir si es un ‘downgrade’ de lo lujoso, o un ‘upgrade’ de lo masivo, así que asumimos que es las dos cosas a la vez (o ninguna), como en el caso del gato.
Por su enfoque intangible y subjetivo, diría que el producto es casi irrelevante. Aquí salen a jugar esos anglicismos ‘marketinianos’: el ‘branding’, que convierte una marca en exclusiva, pero no excluyente; el ‘pricing’, con ese precio alto, pero no prohibitivo, que nos inyecta esa dosis precisa de “resulta que sí soy especial”.
Pero si lujo accesible es un gato de Schrödinger, tan “esto” y tan “aquello”, tan democrático y a la vez tan generador de insaciabilidad, me entra una duda: ¿existirá realmente?
¿Es el lujo accesible ese punto medio en el que todos – al margen de nuestra capacidad financiera – nos encontramos, entre cápsulas de Nespresso y ambientadores de Rituals? ¿O es este concepto tan solo un escapismo socioeconómico para una gran porción de la sociedad?
La RAE, en su definición de “lujo”, nos arroja esta línea: “Persona o cosa valiosa, excepcional o extraordinaria”.
En este mundo tumultuoso, supongo que la gran pregunta es: ¿qué es realmente valioso, excepcional y extraordinario? Las posibles respuestas son muy personales, pero arriesgaría decir que quizás no pasen por tener un Clase A o comprar libretas en Muji. O quizás sí, que al final de eso va el lujo de Schrödinger.
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