No hay creatividad sin creativas

Aunque este sector es uno de los más perjudicados, el mercado laboral se enfrenta actualmente a una fuga de talento femenino generalizada. Lo vemos también en el tecnológico; muchas mujeres al frente de grandes multinacionales han dado un paso atrás en los últimos meses en busca de una vía escape. Y es que, a pesar de que las organizaciones están cada vez más concienciadas en términos de igualdad y conciliación, la realidad revela que todavía queda mucho por hacer.

En materia de cuidados, el peso lo siguen llevando ellas. Además, a la hora de tomar partido entre la vida laboral y personal, continúan siendo las mujeres las que más renuncias, bajas y reducciones de jornada solicitan. Hecho que entre los hombres todavía resulta residual y casi anecdótico.

Una realidad que se ve agravada en las industrias especialmente exigentes, como la creativa. En el sector, la credibilidad, la puesta en firme, la propuesta de valor y la capacidad para asumir riesgos son elementos inherentes a los procesos de trabajo y la relación diaria con los clientes. Factores que, tradicionalmente, la sociedad y el mercado laboral han atribuido al género masculino.

De partida, las mujeres se incorporan a estos puestos de trabajo asumiendo que tendrán que convivir en contextos masculinizados a los que acabarán por adaptarse desde la justificación continua, la inseguridad, la condescendencia, la culpabilidad y la reafirmación. Una rutina realmente agotadora que, ahora, les ha llevado a restablecer las prioridades y a exigir a las empresas que no todo vale en la lucha del reconocimiento desde el abandono de sus sillas.

No obstante, el de la renuncia es un problema que, aunque para muchos resida en el discurso de la falta de ambición, ganas y liderazgo femenino, va más allá del sector creativo y se consolida como una gran barrera estructural del mercado laboral y la sociedad. El abandono laboral se ha convertido en uno de los grandes retos de nuestro tiempo, especialmente latente en los grupos más desfavorecidos. Y será por talento.

En este sentido, a la problemática de la renuncia femenina se suma la frustración de las nuevas generaciones. Las generaciones más jóvenes no terminan de encontrar su sitio en las ofertas de empleo. Entre las razones: la falta de motivación, la medición de expectativas, la desestabilización de la cultura del esfuerzo o la búsqueda de un puesto de trabajo en el que consolidar sus valores, tensiona la creación y consolidación de equipos a largo plazo.

Sin duda, el concepto de trabajo se ha reinventado para dar respuesta las nuevas necesidades de las personas trabajadoras. La competencia ahora es global. Por ende, también lo son los proyectos, los salarios y los compañeros y compañeras. Entonces, ¿no debería también serlo la visión de las empresas?

En el sector creativo, con más sentido que en muchos otros por su propia naturaleza, la necesidad de encontrar espacios de trabajo adaptativos y equitativos es clave para la retención del talento y la sostenibilidad de las compañías. La capacidad de ideación, innovación, creación e inspiración sólo puede estar motivada desde la flexibilidad, la diversidad y la apertura de perspectivas. Apelar hacia una industria creativa más justa y diversa, también es hacerlo hacia unas marcas, productos y servicios más comprometidos y responsables. Es aquí desde donde se les da vida.

En este sentido, como agentes activos de la industria, tenemos el reto de contribuir a una solución común que se ajuste a las necesidades de nuestras profesionales, favoreciendo su empoderamiento entre los equipos de trabajo y la relación con los clientes. Construir un sector justo, en el que todas las voces sean valoradas y escuchadas. También las de ellas. Sobre todo, las de ellas.