La belleza con mascarilla

Todo está cambiando, a una velocidad que nunca hubiéramos esperado. Como en otros sectores, la cosmética y su forma de conectar con el consumidor vive un momento complejo, pero a la vez revolucionario.

Los consumidores son cada vez más exigentes, conscientes de sus compras y de las marcas en las que confían. La gran cantidad de opciones y alternativas hacen que sea una decisión meditada y selectiva.

La salud y la belleza están cada día más unidos, sin entender uno sin el otro. Por eso, la calidad, las fórmulas eficaces y el beneficio directo en su salud, adquieren un rol fundamental en el proceso de decisión. Existe una revolución en los productos, con maquillajes que cuidan la piel, o tratamientos faciales con efecto maquillaje. Y la comunicación y explicación de los productos es cada vez más sofisticada. Además, no solo la salud personal, sino la del entorno es cada vez más relevante, reclamando productos sostenibles y eco friendly.

Esto que sólo era una tendencia marcada hasta hace poco, es ahora urgente e imprescindible. Además de afrontar el reto de las marcas, nos encontramos ante una revolución en la manera de acercarlas al consumidor. Se reinventan los touchpoints, y se alteran las fases del consumer journey.

Hay puntos de contacto claves en cosmética que deben pasar a otro nivel y la decisión de compra, aunque meditada, es rápida. La prueba de producto, siempre determinante, es ahora difícil en el punto de venta. Aparecen nuevas oportunidades ante un consumidor deseoso, pero que reclama seguridad. Tecnología y handsfree será lo que marque la diferencia.

Y si tú no puedes probarlo, siempre tendrás la recomendación de otros. Y ahora no tanto del consejero de belleza, o de amigos y familiares. La distancia social apremia.

Por eso gana importancia esta recomendación a distancia. Influencers, tutoriales e infinidad de contenido hacen que el consumidor tenga gran cantidad de información a su alcance en la toma de decisión. De nuevo el proceso de compra se acelera, se complejiza y se convierte en omnicanal.

Es ahí donde la transformación digital de las compañías y la capacidad de adaptación adquiere toda la importancia. Adaptar la experiencia de compra de cosméticos y belleza a la omnicanalidad es posible, pero no será fácil para aquellas marcas que no tengan unas sólidas bases y sólo estas podrán afrontar los cambios desde una posición de liderazgo.

Como se analiza en el estudio The Lipstick Effect, ante periodos de recesión o de incertidumbre, los productos de belleza adquieren un rol fundamental. Sentirnos bien, la seguridad en uno mismo y una actitud positiva, son importantes para la sociedad. Y las marcas de confianza, las que siempre están con nosotros y que son expertas, serán las elegidas.