Es personal: Miriam Martínez, Directora creativa ejecutiva de Watson

Tu manía creativa

Mi ritual creativo siempre arranca con música electrónica a tope: el silencio me parece mortal. Antes de escribir, me sumerjo en Pinterest para abrir la mente con imágenes, colores y diseños, porque como 'copy' no pienso solo en palabras, necesito sumergirme en estéticas y universos. Luego, abro Word con tipografía Calibri en negrita a 14 puntos. Sí, gigantismo, pero me encanta. Mi auténtica manía es la procrastinación (nunca diré que lo dije). Cuando tengo tiempo de sobra, me pierdo en la investigación y la planificación, pero hasta que no se me acerca un primer deadline no arranca la maquinaria de verdad. Y, sorprendentemente, esa descarga de adrenalina hace que las ideas fluyan como locas. Es un método políticamente incorrecto, lo sé, pero me funciona de maravilla y no pienso cambiarlo. A fin de cuentas, así mantengo mi veloz chispa creativa.

Tu decisión profesional importante

Mi decisión más valiente no fue ni profesional, sino personal: a los 29 años, cuando era creativa senior en una multinacional, me lancé a lo de ser madre. En esa época, las reducciones de jornada y las excedencias eran poco menos que una fantasía. Me la jugué gracias al apoyo logístico de padres y abuelos. Aprendí que cumplir un horario no te hace menos productivo, que llegar a casa te desconecta como nada, que un hijo puede ser un chute de lucidez y energía, y hasta un soplo de serotonina e inspiración. De hecho, hoy, tener adolescentes de la generación Z es como llevar un 'planner' viviente fuente de 'trends' y contenido diario. Es una “locura” que influye en todo, en tus movimientos, en tu ambición, en tu nivel de pasión o desencanto pero que, a la vez, puede no frenarte a nada.