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"Black Mirror" se lanza a la caza de la mujer

'Black Mirror' se lanza a la caza de la mujer
Martes, 23 de enero 2018

Unos robots despiadados e inasequibles al desaliento dominan el mundo y están programados para aniquilar a cualquier humano que suponga una amenaza a su orden establecido. "Black Mirror" aborda el tema de la inteligencia artificial y nos deja con el corazón en un puño.

Otra vez Orwell y otra vez Bradbury. Aunque "1984" se inspirara sobre todo en el comunismo y "Farenheit 451" en el capitalismo consumista, ambas distopías tienen en común su visión aterradora sobre lo que puede ocurrir si entregamos el dominio de la tecnología a un poder absoluto. El quinto episodio de la nueva temporada de "Black Mirror" recrea las persecuciones de clásicos de la historia del cine como "Tiburón" o "Terminator", pero en un mundo futuro del que no nos dicen gran cosa; aunque la elección del blanco y negro es ya una pista suficientemente elocuente como para que no necesitemos mucho más. Básicamente, es una versión ultramoderna de la vieja fórmula de la caza del hombre, que en esta temporada feminista de Black Mirror tenía que ser necesariamente caza de la mujer.

Si el ojo del tiburón era ya inhumano (lo dice el capitán Quint poco antes de ser devorado por la bestia) y el de Terminator apenas era un punto infrarrojo precursor de la realidad aumentada, en este caso no hay ya ni ojos en los perros mecánicos que persiguen a la protagonista. Estos perros sin rostro y con pinta de haber hibridado con las inmortales cucarachas constituyen un homenaje bastante explícito a los perros mecánicos de los bomberos de Farenheit 451. La robótica no podía faltar en esta temporada de "Black Mirror" porque ha sido un tema recurrente de debate a lo largo de todo el año 2017. Muchos esperábamos ver una vez más a androides que desarrollan inteligencia emocional y nos hemos encontrado con estos bichos mecánicos absolutamente ajenos a lo que puedan ser sentimientos o empatía. Son máquinas despiadadas con una misión y eso es lo que recuerda los perros en la novela de Bradbury.

Brooker y Co han tenido una buena idea. Casi todo lo que leemos sobre los robots del futuro es bastante amable. Se los suele presentar como máquinas benefactoras al servicio de la humanidad. Proveedores de felicidad, en pocas palabras. Lo que aquí se plantea es muy distinto. La robótica también podría utilizarse para hacer esos trabajos “desagradables” que son necesarios para mantener el orden en cualquier régimen político. Y con mayor eficacia que cualquier humano susceptible de debilidades emocionales. O sea, de compadecerse del perseguido. Lo que no se descarta, como sucedía en Terminator y en tantas otras historias de ciencia ficción, es que las máquinas acaben utilizando su poder para dominar a los humanos. El plano final nos revela la causa de toda la persecución. Los humanos solo querían robar unos peluches. Los peluches eran esos juguetes primitivos que proporcionaban felicidad a sus usuarios sin el riesgo de que acabaran rebelándose contra ellos. Tal vez también nosotros acabemos echándolos de menos ahora que vienen los androides a nuestras vidas.


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