IA, visible e invisible en el panorama de medios

En 1956, John Mccarthy, creador del Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT, acuñó el término "inteligencia artificial" y la definió como "la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes", en el que las máquinas pueden “resolver los tipos de problemas que estaban reservados a los seres humanos”.

Quién nos iba a decir que casi siete décadas más tarde la IA sería parte fundamental en nuestra industria. Realmente, y para ser exactos, llevamos ya un tiempo con ella. Ya venimos trabajando con técnicas de análisis predictivo, que nos permite adelantarnos a las necesidades del usuario y ofrecerle el contenido, producto o servicio que necesita, incluso antes de que lo busque. Gracias a la Inteligencia Artificial, los ordenadores ya son, también, capaces de procesar, aprender, organizar y publicar contenido. ¡Y de forma muy parecida a cómo lo hacemos las personas! ¡Mirad Open AI y su chat GPT!

Con todo ello, y como no podía ser de otra manera, la IA ha dejado una huella significativa en nuestro trabajo y en nuestra forma de hacer las cosas. La IA se ha vuelto más visible que nunca, donde sus aplicaciones son evidentes y directamente perceptibles por los consumidores: desde algoritmos de recomendación, que nos sugieren contenido personalizado en plataformas de streaming, redes sociales y sitios web, a chatbots diseñados para proporcionar una experiencia más rápida y conveniente al usuario.

Además de su presencia visible, la IA también está trabajando entre bambalinas en el panorama de medios, mejorando, por un lado, la eficiencia: en la producción de medios, por poner un ejemplo, la IA nos ha ayudado a automatizar tareas como el etiquetado y la clasificación de contenido, la edición de video y la generación automática de metadatos, ahorrándonos tiempo y recursos de menor valor para así permitir a nuestros profesionales enfocarse en tareas más creativas y estratégicas. Por otro lado, esa parte invisible también nos ha ayudado en la calidad y en la distribución de contenido: la IA juega un papel crucial en la optimización y personalización para ofrecer contenido en el momento adecuado y a la audiencia correcta, así como en la monitorización y análisis de las redes sociales y medios digitales, permitiendo a las empresas comprender mejor la percepción de su marca y adaptar sus estrategias de marketing si fuera necesario.

A nadie le cabe la menor duda que la IA nos ha traído muchas cosas buenas, impulsando nuestras capacidades analíticas y creativas, capacidades netamente “humanas”, y que nos lleva a mejorar en gran medida la experiencia del cliente. Sin embargo, es esencial abordar los desafíos y consideraciones éticas para garantizar una implementación responsable de la IA en los medios. Como uno de los desafíos clave podríamos hablar de la garantía de la transparencia y la explicabilidad de los algoritmos: los usuarios deben comprender cómo se toman las decisiones y se generan las recomendaciones, para evitar sesgos y manipulación de información. Por otro lado, y como consideración ética importante, la privacidad de los datos: la IA se basa en grandes cantidades de datos para aprender y mejorar, lo que plantea preocupaciones sobre la recopilación, el uso y la protección de los datos personales. Debemos asegurarnos de cumplir con las regulaciones de privacidad y establecer prácticas sólidas para proteger la información confidencial de los usuarios.

Si sabemos aprovechar al máximo los beneficios de la IA y brindar una experiencia mediática más personalizada, eficiente y relevante para los consumidores (y parece que sí lo estamos aprovechando), nuestra industria tomará un papel realmente relevante dentro de la cadena de valor de las compañías, puesto que nuestra aportación a los Kpis de negocio se convertirá en una aportación directa, medida, cuantificada y, por tanto, altamente valorada. ¡Por ello, bendita IA!