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Opinión

Marcas con propósito, agencias sin

Marcas con propósito, agencias sin
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viernes, 26 de enero 2024

La publicidad no hace el bien. Duele decirlo, pero lo hago porque hace nada le leí a alguien respetadísimo que los anuncios tienen la obligación moral de hacer el bien, exponer lo bueno, construir futuro. Y ojalá. Pero no.

La publicidad no tiene obligación ni moral ni conciencia ni intención. No piensa, no respira, no devanea. Porque la publicidad es una herramienta. Como una sierra o un martillo. No pedimos al martillo que salve el mundo, tampoco a la sierra. Que clave bien y serruche fácil, y ya.

La moral no está en el anuncio. Está en el brief. Si buscas impacto, transformación, salvar osos, acepta encargos que lo ansíen. Persigue clientes con esas ambiciones. Y no tanto tergiversar un brief de vender pimientos del súper para convertirlo en una acción de ayuda a personas desfavorecidas. Que también.

Solo marcas con incólume propósito se sostendrán a largo plazo. Palabra de gurú. Bien, pero ¿qué pasa con las agencias, consultoras, sucedáneos? ¿Propósitos doy que para mí no tengo? ¿Por qué aceptar briefs de cosas que no le daríamos de comer a nuestros hijos? Sé la respuesta, es compleja. O igual no.

Esta profesión está repleta de talento abrumador que, quizá, anda persiguiendo lo que no es. Así que me la voy a jugar. Y voy a decir que el verdadero impacto e influencia no está en el enésimo Cannes. La grandeza está en hacer grande a quien lo merece. Porque en la sociedad de consumo qué ayudamos a consumir importa. Muchísimo.

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