El lugar donde se inspira Álber Fernández (La Buena)

Soy un culo inquieto. Y mi truco para encontrar inspiración suele ser aposentarlo en diferentes lugares lejos del despacho. He elegido uno de mis favoritos, el spa de mi gimnasio. Cuando lo gris invade mi cerebro, nada como ir a hacer un poco de ejercicio y luego a sentarte en esa tumbona. La única distracción suele ser el hielo que cae en un cubito para que la gente se refresque. No hay cobertura wifi. Pero, sobre todo, no hay emails que entren sin cesar, llamadas que interrumpan, whatsapps a tope o la compañera que te pregunta si has podido mirar el último boceto. También está mi vieja amiga, la hoja en blanco, y un lápiz. Pueden inventar toda la tecnología y herramientas que quieran, pero a la hora de pensar, dudo que alguna supere alguna vez a la hoja en blanco y el lápiz. Entrar en flujo creativo durante treinta minutos, sin distracciones, puede ser más productivo que tirarte el resto del día pensando a ratitos sin concentrarte. Después de hacer el lobo solitario, me gusta volver a la manada. Compartir los inputs de todos, hacerlos crecer y sumar fuerzas. Nunca en grupos demasiado grandes, eso sí. Creo que el genio te encuentra más fácilmente en soledad o grupos muy reducidos.