Silvia Giménez y su fracaso en el túnel de un templo budista

Hace unos cuantos años fui sola a dar la vuelta al mundo. Una de las paradas de mi viaje fue Takayama, un pueblo de la prefectura montañosa de Gifu, en Japón. Allí dormí en un templo budista que tenía, entre otras peculiaridades, un túnel subterráneo totalmente oscuro que atravesaba el templo de punta a punta. Uno de los monjes me explicó que el túnel era una metáfora del camino hacia la sabiduría. Yo tengo fobia a la oscuridad, así que me lo tomé como un reto personal: si había podido irme sola a recorrer el mundo TENÍA que ser capaz de atravesar aquel túnel y superar mi miedo. El último día en el templo bajé los empinados escalones que llevaban al inicio del túnel, la oscuridad me miraba a los ojos como un agujero negro. Di un paso hacia la nada. Dos. Tres. Note cómo la inexistencia me tragaba. No pude soportarlo, subí corriendo las escaleras. Nunca he sentido una sensación de fracaso tan fuerte como aquella. Me sentí pequeña, cobarde y triste. Pero entonces pensé que estaba en la otra punta del mundo, sola a miles de kilómetros de distancia de mi casa. No TENÍA por qué atravesar ningún túnel de la sabiduría para ser o sentirme valiente. No tenemos que ser todos capaces de hacer las mismas cosas. A lo mejor sí era verdad que el túnel aquel era un camino hacia la sabiduría porque allí me di cuenta de que el fracaso y el verbo tener están íntimamente relacionados. Pues que se vayan a un hotel.

Esta recopilación de reflexiones sobre el fracaso, a cargo de Javier Pérez Rey, está inspirada en el libro 'Teoría optimista del fracaso' de Ignasi Giró y está publicada íntegramente en el nº677 de la revista Ctrl, de descarga gratuita.